Luces de Navidad Rochefort-en-TerreLuces de Navidad Rochefort-en-Terre
©Luces de Navidad Rochefort-en-Terre|Rudy Burbant

Una noche bajo las luces

de Rochefort-en-Terre

Déjeme mostrarle, a través de mis ojos, las Iluminaciones de Rochefort-en-Terre
e inspirarle a descubrir esta magia…

Con la familia

Con mi pequeña tribu decidimos ir a ver las Iluminaciones en Rochefort-en-Terre. Se trata de una cita ineludible a finales de año. Una vez pasado Halloween, nuestros pensamientos se dirigen ahora a la magia de la Navidad.

Personalmente, me encantan este tipo de cosas, los árboles de Navidad, las decoraciones y todas esas lucecitas que nos transportan a ese mundo de cuento.

El olor a vino y a chocolates calientes, las risas y esos momentos de compartir y alegría. Lo que más me gusta de esta época del año es la cercanía con mis seres queridos, las ganas de agradar y de regalar. Esta es otra parte de Rochefort-en-Terre por descubrir. Está oscuro pero todas estas luces tranquilizan, hace frío pero es una atmósfera que calienta nuestros corazones.

Alegría de vivir

Las callejuelas no son oscuras y dan ganas de aventurarse por ellas, es un agradable paseo lleno de golosinas.

Los niños están felices y ya sueñan con sus regalos, intentan atrapar las burbujas que caen del cielo, los padres ríen y están felices de estar juntos, rodeados de sus familias o amigos.

Las iluminaciones se extienden hasta el castillo, siendo el Museo Naia el encargado de iluminar la entrada al parque ofreciendo una atmósfera, propia, de un mundo imaginario.

Los niños están felices y ya sueñan con los regalos que caen del cielo, los padres ríen y son felices juntos, rodeados de sus familias o amigos.

Un momento mágico

Todo el mundo sonríe mientras nos deleitamos con un vaso de vino caliente con su aroma cálido y festivo, y un kouign-amann, olvidando lo calórico que es este dulce. Pero no importa, en este momento nada puede ser negativo, complacernos y complacer a los demás es el único deseo que se nos pasa por la cabeza. Estamos en nuestra burbuja y no queremos que estalle, aguantando esta velada el mayor tiempo posible.

Hemos decidido ir al restaurante para prolongar este buen rato, ¡no falta de nada, hay para todos los gustos! Con el estómago lleno y las estrellas en los ojos, nos dirigimos a casa, prometiendo volver el año que viene.

Nadine de Rennes
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