La opinión de los residentes
ClaudeClaude, antiguo habitante de Vieux Bourg, nos habla de la vida en su «barrio» y de sus vínculos con la ciudad alta. Únicamente en francés.
Claude, antiguo habitante de Vieux Bourg, nos habla de la vida en su «barrio» y de sus vínculos con la ciudad alta. Únicamente en francés.
El barrio de Vieux Bourg era antiguamente un lugar donde vivían y trabajaban obreros y pequeños artesanos: clavadores, herreros, curtidores, fabricantes de zuecos, etc. Había muchas curtidurías, donde se fabricaba cuero a partir de pieles de animales. Se ubicaban aquí debido a la presencia del arroyo Saint-Gentien y del matadero. El matadero se construyó en el casco antiguo por razones de higiene y limpieza, para evitar que los carniceros mataran animales en la ciudad. Se utilizó hasta los años sesenta, cuando el edificio se convirtió en parque de bomberos.
A partir del siglo XIII, las canteras de pizarra de las Grées fueron explotadas por los señores de Rochefort. A pesar del nombre de «Les ardoisières de Rochefort-en-Terre», las canteras estaban situadas en realidad en los municipios de Malansac y Pluherlin. En la segunda mitad del siglo XIX empleaban a cerca de 500 personas, entre ellas residentes de Rochefort que vivían en Le Vieux Bourg y trabajaban como hendedores de pizarra o perreyeurs (nombre que recibían los obreros que trabajaban en las canteras). En un artículo publicado en 1887 en la revista «L’écho des mines et de la métallurgie», se describían así las canteras de pizarra de Rochefort-en-Terre: «La empresa actual data de 1860 (….): explota (…) cuatro canteras al aire libre o en galerías. Emplea de 350 a 400 trabajadores y produce 16 millones de pizarras al año (…), enviando sus pizarras a toda Francia. (…). En cuanto a la pizarra de Rochefort, cabe destacar su dureza, elasticidad y resistencia a la flexión, cualidades primordiales de toda pizarra.
Son personajes femeninos legendarios y aterradores, que aparecen en muchos cuentos del oeste de Francia y que pasan las noches lavando y golpeando la ropa. Cualquiera que se las encuentre de camino a casa después de un velatorio quedará aterrorizado, ya que se las considera fantasmas. En la campiña de Pluherlin, las lavanderas nocturnas llaman a veces a los transeúntes para que les ayuden a hilar la colada. Ay de quien tuerza la colada en sentido contrario: se arriesga a que le rompan los dos brazos. Mélanie, guía de la Oficina de Turismo y de Evan de Bretagne, presenta esta leyenda en vídeo.
Este Sendero del Patrimonio fue creado en 2023-2024 por iniciativa del municipio de Rochefort-en-Terre en colaboración con la Oficina de Turismo y con el apoyo de la Región de Bretaña, en el marco de los Lugares de Excepción Natural y Cultural.