

La fiesta de la châtaigne es una tradición desde hace 50 años, ¡sí, 50 años!
Es un momento de convivencia para compartir, en torno a las diversas animaciones, como los juegos de madera para los niños, los productores locales, un concurso de fotografía, los puestos de castañas a la parrilla, ¡sin olvidar los crêpes y el stand de galettes!
Hubo mucho que hacer este domingo, en Limerzel, nos llevamos una bandeja de châtaignes y vimos cómo se cocinaban las châtaignes en un fuego de leña, justo en la tierra, ¡fue genial!
Paseando por la sala polivalente y el antiguo presbiterio de Limerzel, se podía encontrar una animación sobre el zumo de manzana. Se hacía delante de nuestros ojos, gracias a una gran máquina y… ¡brazos! Fue estupendo ver cómo se hacía el zumo de manzana antiguamente. Después de comprar una botella de zumo de manzana local, nos dirigimos a la crepería para tomar un pequeño crepe de crema de castañas, ¡una delicia! A continuación, nos detuvimos frente a un divertido artilugio, el cabaretcyclette, ¡un carrusel musical!
También nos detuvimos frente a un taller de mimbres, estaban utilizando las técnicas del pasado, ¡qué talento! Por cierto, nos enteramos de que en la comuna se seguía utilizando la cestería, una bonita tradición.
Fue un día muy agradable, con mucho entretenimiento, buenos odores y bonitos colores.